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Fallece Miguel Acosta

Manuel Darias Darias
Lunes 27 de abril de 2020 - 10:23

Conocí a Miguel Acosta de una manera muy curiosa. Corría el año 1958 y, con dieciséis años de edad, yo ya era jugador de Primera Categoría después de haber quedado campeón de Segunda. Era las ocho de la tarde y, casualmente, me encontraba en la Sala de Tenis de Mesa del Círculo de Amistad jugando con un amigo recién llegado al deporte de la pequeña raqueta, que se había empeñado en que peloteara con él, a pesar de que ya era de noche. Entonces entró en el recinto una persona a la que no conocía y que se puso a mirar.

Cuando mi amigo decidió dejarlo y yo me disponía a irme, el desconocido me pidió que cruzara unas bolas con él, a lo que educadamente accedí, aunque no de buena gana. Dado que éste me había visto jugar de una manera muy elemental, me devolvía las bolas muy suavemente y, por supuesto, yo hacía lo mismo. En un momento dado, el desconocido me da un mate y, además, con muy buenas maneras, a lo que yo respondo con otro. Un momento después, los dos estábamos jugando con gran intensidad, asombrados cada uno de que el ignoto contrincante fuera tan buen pimponista. Cuando nos presentamos, constatamos que él había oído hablar de mí y, por supuesto, yo de él.

El desconocido era Miguel Acosta, un excelente deportista de la escuela del Puerto de la Cruz (Frente de Juventudes y Círculo Iriarte), que había dado jugadores tan reconocidos como: Felipe Machado, Eustaquio Encinoso, Cobiella, Arístides García, Ortiz Páez, Argeo Marrero, Matías Suárez, Ismael Acosta, Perera y él mismo.

Miguel había llamado la atención en la temporada 1956-57, quedando, primero subcampeón de la Zona Norte (detrás de Castilla) para, más tarde, clasificarse en un meritorio tercer lugar en el Campeonato Individual Absoluto de Tenerife (detrás de Agustín Ávila y Urbano Barber).

En la temporada 1958-59, Acosta refuerza el ya poderoso equipo de El Centro de La Victoria que, dos años antes, se había proclamado campeón de Tenerife por equipos (Castilla, Golmar, Domingo Armas y Arsenio González), quedando ahora en el cuarto puesto con una renovada alineación (Castilla, Golmar, Fernando García y Acosta).

Miguel Acosta se esfuma del panorama pimponístico tinerfeño durante muchos años, reapareciendo en la temporada 1971-72, cuando ficha por el Cima Club, un equipo portuense creado dos años antes por el dinámico Rafael Espinosa “Feley” que, en aquellos momentos, estaba animando notablemente las competiciones insulares con una efectiva alineación (Espinosa, Camacho, Ortiz, Yanes y Galindo II).

Al poco tiempo, Miguel se desvanece otra vez de los campeonatos oficiales, esta vez para siempre, interviniendo desde entonces solamente en torneos amistosos, como en el elogiado y popular XXIV Horas del Puerto de La Cruz y en diversas exhibiciones.

Por un mail de Agustín Ávila me acabo de enterar de que Miguel Acosta había fallecido el pasado 19 de abril, a la edad de 85 años. El deportista, al que llamábamos cariñosamente “Canillas”, era uno de los jugadores más simpáticos y peculiares del tenis de mesa tinerfeño de todos los tiempos. Las anécdotas protagonizadas por él son innumerables, siendo rememoradas reiteradamente por sus amigos en las frecuentes reuniones lúdicas que, de vez en cuando, se organizan alrededor del mundillo del ping-pong.

Miguel Acosta era un atacante puro, un batallador infatigable. Nunca defendía. Poseía un poderoso mate de derecha y un revés correcto e incisivo. Tampoco sabía de tácticas. Su reconocida nobleza frente a sus rivales, le llevaba a hacer su juego con limpieza y sin dobleces. Para él, ganar no era jamás su primer objetivo cuando entraba a la mesa. En general, y tal vez por ello, sus partidos eran espectaculares y vistosos, concitando siempre la presencia de muchos espectadores. Como contrapartida, también perdía muchos encuentros a causa de su irreflexivo ataque, el cual llevaba a cabo sin ningún tipo de estrategia.

La noticia del fallecimiento de Miguel Acosta, como es natural, me ha producido un gran disgusto.

El gran pimponista portuense era muy querido y apreciado por todo el que le conoció.

Descanse en paz el querido amigo.

 

Manuel Darias Darias (Abril 2020)

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