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Muere José Manuel Guimerá Gil

Manuel Enrique Darias Darias
Lunes 25 de septiembre de 2017 - 08:20

Lamento el tener que darte una mala noticia: José Manuel Guimerá (Santa Cruz de Tenerife, 1942), al que en nuestro curso de San Ildefonso, la XI Promoción, llamábamos cariñosamente “El Toro” (la verdad no recuerdo el porqué) falleció la pasada semana en Madrid, víctima de una terrible enfermedad neurológica (tal vez locura senil o alzheimer, no lo sé con exactitud) y ya en un estado en el que no conocía a nadie.

José Manuel era un tipo singular. Siendo todavía muy joven, con diecisiete años, me confesó un día que él no iba a trabajar jamás y me dio unas razones de lo más graciosas y exóticas para sustentar tal decisión. Lo cierto es que, ignoro cómo lo hizo, pero cumplió con su palabra.

José Manuel era un patriota a “machaca martillo”, sincero franquista recalcitrante, y pacífico amante del “orden establecido”. Tenía un toque de simpática arrogancia, que lo llevaba, con fuerte vehemencia, a querer tener la razón en todas las discusiones que surgían.

Yo lo conocí muy bien porque, además de ser mi “hermano de pupitre” en el afamado y reputado Colegio chicharrero regido por nuestros queridos Hermanos Lasalianos, fue mi compañero de equipo en el La Salle Tenis de Mesa, club pimponístico que compitió en la máxima categoría de los campeonatos por clubes organizados por la Federación Tinerfeña entre 1957 y 1961, hasta el momento en que él y su hermano Ángel Isidro se fueron a estudiar a Madrid. Durante esos cuatro años, en la casa que los hermanos Guimerá tenían en la calle Villalba Hervás (el antiguo Hotel Niza), alrededor de una mesa de ping-pong instalada en los sótanos del inmenso caserón, un grupo de amigos, todos lasalianos, entrenábamos con asiduidad, a veces durante todo el día, desde la mañana a la noche en tiempos vacacionales. Allí estaban: Eliseo Hernández Peraza, Carlos Cruz, Beautell, el que esto escribe y los hermanos Guimerá, entre otros coetáneos asiduos.

En la temporada 57-58, el La Salle quedó campeón imbatido de la segunda categoría. Ya en primera, quedamos subcampeones durante dos temporadas consecutivas, teniendo enfrente equipos tan poderosos y legendarios como: el Hernán Imperio (Miguel Ángel, Urbano, Gervasio y el gran Machuca), el Círculo de Amistad (Ávila “el hijo del mate”, Polo, Santaella y Fuentes), El Centro de La Victoria (Castilla, Golmar y Acosta) y el Juventud Laguna (hermanos Mederos y Feria).

José Manuel era un gran jugador, aunque ligeramente inferior a Ángel Isidro (ahora conocido abogado y político tinerfeño), lo cual, en su condición de hermano mayor, le molestaba enormemente. Mataba perfectamente y con notable seguridad, tanto de derecha como de revés, y poseía un juego medio difícil de romper. Puedo asegurar que, para ganarle, su contrario tenía que hacer un buen partido, ya que su seguridad era su mejor arma. Su curiosa personalidad, de distante seriedad y singulares “salidas de tono”, fue motivo de que protagonizara numerosas anécdotas, episodios festivos que eran contados con gran algazara en el mundillo del tenis de mesa de la época. Por cierto, a él no le hacían mucha gracia tales relatos.

Durante cuatro juveniles años, José Manuel (al igual que Ángel Isidro) fue uno de mis mejores amigos. Luego, las vicisitudes de la vida nos alejaron irremediablemente, aunque sin que jamás perdiéramos el afecto y el cariño mutuo.

Descansa en paz querido compañero.
 
 

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