Andrés Navarro en el puesto de abanderado. (Foto: Iñaki Guelbenzu)

Hoy ha llovido un poco en Hohhot, pero ni siquiera eso ha sido impedimento para que cada uno nos fuéramos de excursión por ahí, pues ni siquiera Josep Madurell lo ha aprovechado para entrenar. Y probablemente se ha ido a ver la estepa mongola, donde antaño cabalgaba Gengis Khan y sus tropas; y hemos terminado la jornada comprando los regalos para los nuestros.

Porque mañana volvemos a jugar todos en individuales desde la mañana. Los del cuadro principal en las mejores horas y mesas (y con árbitros federados), como es normal, mientras que los del cuadro de consolación lo haremos en las peores horas y mesas (y arbitrados por nosotros mismos), como justo castigo a nuestra falta de habilidad.

El andaluz Andrés Navarro ocupó el puesto de abanderado del conjunto español en los campeonatos del mundo de veteranos de tenis de mesa el domingo pasado en China. Lo hizo por sus méritos propios, por ser el de mayor edad, por ser elegido democráticamente entre todos los componentes del grupo y, bueno, por ser también el único que tiene uniforme "oficial"; desfiló con garbo, tranquilidad y paciencia, pues tuvo que estar un buen rato, de pié en la cancha de la pista nº 1, mientras los dirigentes y políticos soltaban sus pesados discursos (y además, en bilingüe).