Jordi Morales, un nombre que resuena con fuerza en el mundo del tenis de mesa paralímpico, está a punto de escribir un nuevo capítulo en su extraordinaria carrera. En 2024, en París, Jordi participará en sus séptimos Juegos Paralímpicos, un hito que pocos atletas en la historia han logrado alcanzar. Pero para comprender la magnitud de este logro, es necesario remontarse a los comienzos de su historia, a ese verano que lo catapultó al escenario internacional con tan solo catorce años.

Era un cálido verano cuando una llamada inesperada cambió la vida de un joven de Esparraguera. Jordi, un adolescente apasionado por el tenis de mesa, recibió la noticia de que había sido invitado a participar en los Juegos Paralímpicos de Sídney 2000. Con solo catorce años, sin haberse clasificado por ranking, Jordi recibió una Wild Card, una invitación que lo sumergió en un torbellino de emociones. "Estuve en una nube durante mucho tiempo. Fue todo una sorpresa muy grande", recuerda Jordi. El pueblo entero de Esparraguera se volcó con él; era su héroe local, el niño que haría historia en los Juegos Paralímpicos.

El debut de Jordi en Sídney fue el comienzo de una carrera llena de éxitos y desafíos. Cuatro años más tarde, en Atenas 2004, Jordi se subió al podio, coronándose como el tercer mejor deportista de su categoría. La medalla de bronce fue un testimonio de su talento y determinación, pero también un recordatorio de que la cima aún estaba por conquistar.

El camino hacia la gloria estuvo lleno de obstáculos. En 2010, Jordi logró la medalla de plata en el Campeonato del Mundo en Corea, un logro que lo posicionó como el segundo mejor jugador del mundo. Pero, como todo atleta sabe, la gloria puede ser efímera, y los siguientes años pusieron a prueba su determinación. Ocho años de lucha, de entrenamientos incesantes y de enfrentarse a dudas que lo acechaban en cada paso. "Pensaba si lo dejaba o lo seguía intentando", confiesa Jordi. Sin embargo, su perseverancia, su capacidad para derribar los muros invisibles que solo él veía, lo llevaron a alcanzar la cúspide de su carrera.

El año 2018 marcó un punto de inflexión en la vida de Jordi Morales. En un momento que él mismo describe como un "gran alivio", Jordi se coronó campeón del mundo, convirtiéndose en el mejor jugador de tenis de mesa paralímpico del planeta. "Fue realmente el fruto del trabajo de tantos años entrenando. Desde ese momento, lo veo todo diferente, tengo menos presión y realmente estoy disfrutando mucho más del deporte", confiesa el jugador. Este título no solo le dio el reconocimiento mundial, sino que también le ofreció un nuevo enfoque, una nueva manera de disfrutar del deporte que ama.

Con seis Juegos Paralímpicos a sus espaldas, Jordi Morales ha visto y vivido más de lo que la mayoría de los atletas podrían imaginar. Sidney, Atenas, Pekín, Londres, Río y Tokio han sido testigos de su inquebrantable determinación y amor por el tenis de mesa. Las operaciones, las lesiones y las dudas nunca lograron detenerlo. Y ahora, en París 2024, Jordi Morales se prepara para su séptima participación en los Juegos Paralímpicos, un logro épico que solo se entiende cuando se conoce la historia de esfuerzo y perseverancia que lo ha llevado hasta aquí.

Jordi afronta París 2024 con la experiencia de un veterano y la ilusión de un joven que nunca ha dejado de soñar. "Estoy preparado para todo", asegura. Cada uno de sus pasos hacia París está calculado, consciente de que la grandeza se construye día a día, con pequeños pasos hacia la meta. Con cada golpe de raqueta, Jordi Morales sigue demostrando que el deporte es más que una pasión; es una forma de vida, un desafío constante, y una fuente inagotable de alegría y superación. París 2024 será testigo, una vez más, de la grandeza de este atleta que sigue haciendo historia.